Por Heraclio Castillo
No describiré aquí cómo ocurrió el asesinato de Don Toño Frausto, dueño de la carnicería La Reyna, ocurrido esta semana en la colonia Gavilanes. El morbo de los medios ya se encargó de difundir de manera exponencial el video de una cámara de seguridad donde se aprecia claramente cómo fue el hecho.
Ya las autoridades dieron cuenta de la detención de tres sujetos por su probable responsabilidad en este homicidio, uno de los cuales posiblemente esté relacionado también con el secuestro del propietario de una famosa taquería.
Ambos casos acapararon la atención de la ciudadanía en parte gracias a los medios, aunque olvidamos a esos “sin nombre” que han vivido o perecido en las mismas circunstancias. Tal vez no eran tan “famosos” para atraer los reflectores de la nota roja.
Surgieron rumores sobre el supuesto secuestro de Raymundo Cárdenas Vargas, director general de La Jornada Zacatecas, y de inmediato se desmintió la versión al asegurar que tanto él como sus familiares estaban completamente bien. Sin embargo, nadie habló de otros empresarios que, en efecto, han sido privados de su libertad en fechas recientes (algunos muy conocidos, aunque sus casos no han sido mediatizados).
Casos como estos nos hacen desconfiar cuando se afirma que “99 por ciento de los homicidios están vinculados con la delincuencia organizada”. Ya esta semana un alto mando de seguridad estimaba que por cada 100 casos, 10 o quizás más se trataba de gente que nada tenía que ver con estos grupos, personas trabajadoras, empresarios de bien que daban empleo a otras familias.
Vuelvo al tema de Don Toño; tanto el video como los detenidos por su probable participación en el hecho nos muestran a jóvenes que están en la flor de la juventud. Llegan en un vehículo que nos hace dudar si en realidad están en el camino de la delincuencia por necesidad. Aunque seguramente los menores detenidos morirán en la cárcel “misteriosamente” gracias a que la autoridad aseguró que “están colaborando para la detención de los otros implicados”. Es el precio de soltar la lengua.
Pero más allá de las detenciones o la politización del asunto, nada devuelve la tranquilidad a los zacatecanos. Tenemos un sistema de justicia que no aplica la justicia a menos que se detenga a los delincuentes durante la comisión del delito. El problema es que las corporaciones acuden al lugar de los hechos hasta una hora o más tarde del llamado de emergencia (y lo digo por experiencia propia).
Uno pierde más tiempo interponiendo una denuncia que el tiempo que ocupa a las autoridades en poner en libertad a los delincuentes ante la “falta de pruebas” (también lo digo por experiencia propia). ¿Cómo poder confiar en una institución que no agarra al toro por los cuernos?
Claro, el tema de la (in)seguridad es más complejo de lo que parece. Hablamos solo de una parte, la que corresponde a las instituciones encargadas de salvaguardar la integridad de la ciudadanía y de impartir justicia, pero también tiene participación la sociedad porque, hasta donde todos sabemos, los delincuentes tienen familias.
Algunos podrían alegar que las políticas públicas del gobierno no han incidido en una mejora en la calidad de vida de las familias; sin embargo, vuelvo al caso de los jóvenes detenidos por el caso de Don Toño: ¿tenían necesidad? El gobierno también tiene razón cuando afirma que el tejido social está hecho una mierda (no con esas palabras, pero la expresión equivale a lo mismo).
¿Hasta qué punto como sociedad somos responsables de haber “educado” (o maleducado) a las nuevas generaciones por omisión? Hemos hecho mal en hacernos de la vista gorda cuando somos conscientes de que se está actuando de forma errónea, pero señalamos a la autoridad como responsable de algo que se puede corregir desde el hogar.
Una nalgada a tiempo puede evitar un homicidio años después. Y, sin embargo, aún me pregunto ¿cómo corriges a alguien que hace mal cuando no tienes una autoridad con credibilidad para ofrecer un ejemplo de rectitud? Ahora que viene el periodo electoral, ¿quién será el primero en lucrar con esta situación? Escuchemos con atención…