Por: Eva Gaytán

Ángela duerme en casa.

En dos meses y medio cumplirá 15 años. En dos meses y medio quienes nos conocen y han comprobado la hermosura de ser humano que Dios me dio como hija, abrirán su chela y brindarán por ella a pesar de que no haya fiesta.

Ángela juega en casa.

En menos de dos semanas comenzará a estudiar la prepa. La puerta de su escuela está a 997 pasos de la puerta de mi trabajo. En menos de dos semanas comenzará la zozobra que alimentará mi mente los 10 minutos que me alejarán de saber que mi niña está a salvo a mi lado.

Ángela lee en casa.

En tres años irá a la universidad, luego a la maestría y seguirá siendo mi niña, una niña gigantesca que tiene el alma limpia y que nadie en el mundo debería tener ni el esbozo de idea de lastimarla.

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Ayer salí del trabajo, vi una nota en redes:

 “Fue localizado el cuerpo sin vida de una mujer, debido al estado de descomposición en que se encuentra, su identidad y edad, no han podido ser determinadas.”

Mi cerebro se negó a pensar en San Juana, suspiré y pensé: “otra mujer, ¿cuándo se cansarán de matarnos?”

Fue como si las redes se negaran a darme un golpe de realidad, porque minutos después se habló de la posibilidad de que fuera ella, otros minutos después convocan autoridades a conferencia… Era ella…

Ya no sirvo como reportera, algo dentro de mí hace años se descompuso, creo que lo descompusieron los ojos de mi hija, sus risas y sus logros. Esa descomposición me hace detenerme ante muchas cosas, esa descomposición me hace pensar en el dolor de quienes no tendrá la oportunidad de despertar y ver a sus ángelas y ángeles en casa, en la escuela, en el trabajo.

Ángela escucha música en casa.

El día que murió Cinthia Nayeli oramos juntas porque Dios le diera fuerza a su madre, anoche lloré por la niña que fue encontrada, asesinada. La mataron como han matado a muchas niñas y mujeres en el estado, en el país y en el mundo.

La  mató alguien que tuvo el poder físico para hacerlo, porque era más fuerte que ella, porque la pureza lastima a las almas podridas, porque a mí los ojos de Ángela me descompusieron algo por dentro pero a esos animales nadie les puede descomponer nada, porque están podridos por dentro, porque no merecen el aire que respiran, porque segaron la vida, la bondad, el sueño, la esperanza, el amor y la fe.

Porque están muertos pero han decidido seguir caminando entre nosotros para lastimarnos a todos.

Ángela arma un rompecabezas en casa, mientras las autoridades intentan armar un rompecabezas en el lote donde encontraron el cuerpo sin vida de San Juana, mientras los padres de la niña arman en sus mentes el rompecabezas que les permita saber el camino que tomó su niña para ir a la tienda.¿Quién se acercó? ¿Cómo la convenció? Si fue forzada, ¿por qué nadie vio, escuchó, actuó?

***

¿Por qué no fui yo a la tienda? ¿Por qué no estuve cerca para cuidar a su hija como cuido a la mía? ¿Cómo limpio mi culpa por no darle a Cinthia y a San Juana un lugar digno cuya tierra se sienta orgullosa de que sus pies pasen por ella?

Hoy Ángela dormirá en casa, en mi cama a mi lado, la puedo cubrir con una cobija si tiene frio, descobijar si tiene calor, escuchar si ronca, consolar si llora y siento una opresión terrible en el pecho al pensar que la mamá de San Juana no podrá hacerlo nunca más.

Hasta en el nombre tenía la bondad que un animal decidió quitarnos, con San Juana se muere un pedazo de todos, un pedazo más.

¿A caso los criminales quieren caminar en un mundo de muertos? Porque en eso están convirtiendo a Zacatecas en un cementerio de muertos vivientes que sufren por perder un poco más de la luz que hay en nuestro mundo.

 

#ConLosNiñosNo

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