Por: Luís Medina Lizalde 

La percepción de aumento de la inseguridad es inevitable manjar político para opositores. Mientras los avances no se perciban entre los simples mortales, toda argumentación contraria está llamada a fracasar, corresponda o no corresponda a la realidad. 

La percepción juega a favor y en contra de la solución, juega a favor porque presiona a las autoridades a no eludir el problema y juega en contra porque la percepción es utilizada por opositores para debilitar al gobierno que combate a los responsables de inseguridad. 

La creación tramposa de percepciones ha sido vieja estrategia de políticos sin límites morales, el incendio del Reichstag por el régimen de Hitler culpando a los judíos  es ejemplo clásico. 

En los tiempos que corren, los políticos tradicionales fabrican percepción mediante repetición de mensajes en medios tradicionales y redes, ya sea   entregando cheques, sillas de ruedas o imágenes que lo proyectan de un modo u otro. La construcción de percepciones es  profesión en auge desde hace décadas.

El Crimen organizado es experto manipulador de percepciones en su provecho, sabe generar tranquilidad social cuando lo necesita, impone “justicia” en sus territorios y desestabiliza territorios de sus enemigos. 

 “Calentar la plaza” es la típica operación encaminada a crear la percepción buscada

  NO TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR  

Cada episodio de infamia como la matanza  de la familia Le Barón sirve para inducir la sensación de aumento de la violencia en el presente, omitiendo sucesos acaecidos en los dos sexenios anteriores de igual o peor magnitud como la matanza de 300 en Allende Coahuila, la matanza de migrantes, o de demostraciones de fuerza como cuando en Calera Zacatecas Heriberto Lazcano, líder histórico de los Zetas, organizó con alrededor de miles de asistentes posadas espectaculares.  

En la percepción de aumento de la violencia se omiten hechos como la matanza de Florencia de Benito Juárez Zacatecas, donde hubo alrededor de un centenar de bajas y los cuerpos eran apilados en camiones del servicio de limpia, para citar uno de varios casos de violencia desbordada.

 NI EXAGERAR NI MINIMIZAR SE VALE 

En la construcción de la percepción percibimos un cambio: el Gobierno de López Obrador, a diferencia de los anteriores, apuesta por transparentar la realidad aunque le sea adversa; las cifras del Sistema de Seguridad Pública ya no son influenciadas por la conveniencia política de gobernadores, la matanza de Allende se conoció 3 años después de ocurrida, tampoco  se informó de que capturaron al “Mencho” y lo liberaron porque Guadalajara fue tomada como sucedió en Culiacán, como tampoco se conocieron matanzas como la de Florencia de Benito Juárez ¿Será mejor regatear información “para no alarmar”, como antes?

La construcción de percepción negativa tiene móviles políticos, la positiva también, la falta de cultura política de estado expone a la ciudadanía a que unos minimicen y otros exageren, de ambos habrá que cuidarse, hoy somos testigos de la irresponsabilidad extrema de medios y ´periodistas que antes ni se referían al tema y ahora se dan vuelo sin la mínima comprensión de la compleja problemática de más de dos décadas.

 ENTRE CRIMINALES TAMBIEN HAY CLASES 

 Los delincuentes  de saco y corbata prefieren que el gobierno los combata como antes, matando halcones, sicarios y capos analfabetas, son desechables. No hay tos mientras sigan intocadas las empresas generadas por la delincuencia organizada.

 Si Caro Quintero pudo convertir su nombre en marca registrada en el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial y dar origen a 30 empresas en Guadalajara mientras estaba en prisión es porque el gobierno, con operativos policíacos y militares, convirtió la guerra con el crimen organizado en carnicería entre pobres (soldados y sicarios).

  La élite del crimen organizado es élite refinada, como todas las élites  

   EL TIEMPO DA O QUITA LA RAZÓN                 

Las percepciones se escriben con tinta en  política, con sangre en la delincuencia y con tinta ensangrentada cuando ambas se mezclan.

 En México, como en Colombia, los nexos entre políticos corruptos y delincuentes nutren de móviles políticos las acciones de la delincuencia y de  móviles criminales las acciones políticas.

 La nueva estrategia, además de pegar donde duele, (en las finanzas), afecta  zonas podridas de segmentos vendedores de información y protección desde el lado institucional que vieron en las bandas criminales su minita de oro,  se afectan también las ganancias ensangrentadas de la industria armamentista Norteamericana en ambos lados de la frontera.

En la batalla de las percepciones lo conveniente para la sufrida sociedad es no admitir ocultamiento ni minimización de la realidad ni permitir la exageración orientada a producir efectos políticos capitalizables también por criminales.

Lo cierto es que la estrategia  anterior falló y la nueva está en veremos.

Los resultados dirán la última palabra, no las campañas mediáticas.

Nos encontramos el martes en Recreo 

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