Por Lalo Rivera

Son tiempos de suma importancia para Zacatecas. Es innegable que, al menos en los últimos dos sexenios, Zacatecas ha venido viviendo una crisis económica y de seguridad, que está arreciando (y lo seguirá haciendo), por la contingencia sanitaria que hay aquí y en China; paralelo a esta serie de eventos desafortunados, estamos por iniciar con todos los movimientos relativos al proceso electoral que se avecina, y todos sabemos que Paco, de los rojos; Pedro de los verdes y; Juan de los Guindas, quieren meterse de lleno a la contienda. A tuitazos un buen amigo mío, considerando todo el contexto que vivimos y lo que estamos por vivir, planteaba una idea interesante: ¿Qué pasaría si en lugar de competir, Paco, Pedro y Juan se plantearan colaborar? Colaborar elaborando un plan enfocado a establecer las bases estratégicas para sortear lo que se viene, sin importar quien sea el que se siente en la silla importante; en pocas palabras, colaborar para colocar el bien común por encima de sus intereses electorales.

Muchas personas podrán pensar que la competencia es el motor del desarrollo. Seamos claros, en realidad el ser humano se ha sostenido y desarrollado a través del tiempo por el trabajo colaborativo; cuando se lucha por el establecimiento de objetivos comunes y se rema para conseguirlos. El detalle es que el día de hoy, Paco, Pedro y Juan son personajes políticos totalmente distintos y alejados el uno del otro, tienen agendas y objetivos que pudieran ser hasta contradictorios. Muchas veces he mencionado que el corazón de la política es el conflicto, la lucha constante por el poder entre discursos diferentes que quieren desarticularse uno a otro para posicionarse como el hegemónico; quizá es momento de superar este paradigma del poder y la política, para centrarnos más en la cooperación que en la lucha, porque a la realidad le es indiferente quien sea el futuro gobernador de nuestro estado, los problemas están y estarán ahí afuera. El desempleo, la violencia, la salud pública, la contracción económica, la corrupción… todas esas situaciones indeseables seguirán ahí para cuando llegue el momento de que Tello se levante de la silla para que se siente otro; los diagnósticos en equipo deben producir políticas públicas integrales para poder establecer una Agenda de Estado, o al menos un plan de herramientas y mecanismos mínimos para hacer frente, parafraseando a mi amigo Carlos, al que pudiera ser el escenario más catastrófico del que esta generación tenga memoria.

Esta realidad nos obliga a vivir en la incertidumbre. Nos obliga a entender que conforme la crisis sanitaria avanza, retrocede, se detiene y muta, el resto de los problemas de Zacatecas se aseveran; y, por lo tanto, como sociedad debemos entender, asumir y planear con el mínimo de certezas que tengamos. Ningún Gobierno nos va a decir, a ciencia exacta, qué va a pasar en un mes o en un año. Pero es evidente que la certidumbre proviene de que socialmente tengamos la claridad de que ante determinadas situaciones habrá determinadas consecuencias y mecanismos para afrontarlas; no se trata simplemente de conocer las decisiones, sino también saber por qué se toman esas y no otras, se trata de todos ser partícipes de la construcción de una Agenda de Estado encabezada por Paco, Pedro y Juan; se trata de que las políticas públicas sean justamente eso, públicas.

La situación de los zacatecanos pone a nuestros actores políticos frente a la oportunidad de estar a la altura. Los coloca justo en el punto que puede servir como referencia para recordar si para ellos la silla grande es para trabajar en beneficio de Zacatecas, o se trata de una plataforma de desarrollo personal; estamos hartos de las infamias, lo que hoy necesitamos son puentes entre los unos y los otros, puentes que nos apoyen a recuperar lo perdido y a trazar el camino para el futuro. Zacatecas necesita cambiar ya, y la coyuntura se presta para dejar de lado las diferencias y trabajar con las semejanzas.