La libertad sindical llega a México en un momento en que la conciencia sindical prácticamente no existe, lejos están los legendarios líderes obreros oficialistas y de izquierda que dieron férrea pelea por lo que creían en un contexto marcado por el control autoritario. Hoy estrenamos una libertad  corriendo el riesgo de no saber qué hacer con ella, pues tantos años de inmovilismo hicieron de los sindicatos simples oficinas de trámite y fuente de privilegios para líderes impresentables, la mentalidad caciquil es el obstáculo, la cultura democrática está llamada a ser soporte del nuevo sindicalismo, pero su gestación es gradual. El caciquismo alguna vez fue predominantemente rural y su enquistamiento en la esfera urbana se materializó en el sindicalismo, hoy mismo las figuras con más relevancia sindical son Romero Deschamps , Víctor Flores Elba Ester Gordillo, Gamboa Pascoe entre otros, ya extinguidos los grandes disidentes como Demetrio Vallejo Valentín Campa y otros luchadores sindicales que pagaron con cárcel sus afanes democráticos.

Existe varios   tipos  de caciques, Joaquín Hernández Galicia fue un modelo muy distante del de Víctor Flores, dirigente de los ferrocarrileros, el propio Fidel Velázquez es irrepetible, unos son verdaderos artífices de la política, otros son controladores a la fuerza, algunos benevolentes otros crueles pero todos con ven a los que someten como Dios a los conejos y todos sobreviven porque en su entorno hay muchos que los miran como conejos a Dios.

Los caciques políticos mantienen una diferencia con los caciques sindicales, el autoritarismo político del cacique se construye a la vista de todos, tiene aliados en  medios de comunicación, en el clero, controla autoridades.  El  cacique político dura mientras mantenga su eficacia corruptora, una diferencia sustancial con los líderes legítimos es su necesidad de trabajo sucio.

El cacique sindical ejerce su poder hacia adentro, sus “representados” son los que tienen que tolerar  intimidaciones basadas en complicidades  con patrones  convenencieros y  autoridades corruptas.

           

Las estructuras sindicales crecieron de la mano del PRI, en sus buenos tiempos eran interlocutores estelares del jefe de estado, asumían disciplina en espera de ser recompensados pero con el arribo del Salinismo estas estructuras fueron tratadas como estorbos, le inventan delitos al poderoso dirigente petrolero apodado “La Quina” reemplazan a Jongitud Barrios y el poder presidencial hace de los demás líderes floreros, si alguno le da por jugar con cartas propias tiene que ponerse a salvo huyendo a Canadá como Napoleón Gómez Urrutia o irse a la cárcel una temporada como la profesora Gordillo.

                 

RIESGO DEL  SÍNDROME DE ESTOCOLMO

La libertad sindical no es conquista sindical porque no fue fruto de la lucha de los trabajadores, el mérito le corresponde a la ciudadanía que llevó a la Presidencia una voluntad política comprometida con la libertad sindical, con más equilibrios en la negociaciones colectivas y trasladando la justicia laboral de le esfera del Ejecutivo al Poder Judicial, eso por sí mismo es toda una revolución pacífica, pero el hecho de que no sea fruto de la conciencia y la acción de los trabajadores trae a colación la posibilidad de que muchos miembros de sindicatos sigan conduciéndose como si el yugo siguiera intocado, por ejemplo, que voten por quien los mismos o por quienes indiquen los mismos, que delaten a sus propios compañeros que apoyen otra opción, que tengan miedo de que los vean simpatizando con la planilla rival, que no reclamen informe del destino de sus cuotas y que sigan permitiendo que su “líder”  se arregle con el patrón.

Liberarse del dominio sicológico de los caciques no es cosa sencilla, las propias comunidades universitaria suelen caer en la prisión caciquil como la Universidad de Hidalgo con Gerardo Sosa Castelán o la U de Guadalajara con su eterno regenteador Raúl Padilla. Lo mismo sucede con sociedades enteras, Maximino Ávila Camacho fue el prototipo del cacique de la Revolución Mexicana y hoy aún es temprano para nombre y apellido del cacique de la #Cuarta Transformación o si por fin la conciencia democrática emerge victoriosa.

 

 MERECER LA LIBERTAD ES EJERCERLA

Cuando López Mateos visitó San Luis Potosí en su campaña, decidió hablar de la soga en casa del ahorcado diciéndole a la concurrencia aquello de que “Los caciques duran hasta que el pueblo quiere” dijo una verdad irrefutable, lo que no dijo es cómo hacerle para que los pueblos quieran.

Los mexicanos en nuestra condición de ciudadanos despertamos a la democracia, la mentalidad caciquil va en retirada, falta observar si los trabajadores ejercen la libertad sindical a la hora de elegir dirigentes y negociar condiciones de trabajo.

 Hoy la tarea política más importante consiste en crear conciencia democrática, respetando al que distinto piensa y ejerciendo  el derecho a convencer sin someter.

 

Nos encontramos el lunes en El Recreo

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