Por: Luis Medina Lizalde

  La semana que recién concluye puso en el escenario la incapacidad opositora para organizar sus ideas y la hipocresía de la prensa que sostiene una feroz embestida contra el régimen de López Obrador.

Herida por  la supresión de su lucrativa relación con el presupuesto federal, la prensa fífí olvidó manifestar  que le indigna el atentado sufrido por la libertad de expresión con la entrega de Assange ordenada por el Presidente de Ecuador.

Alaban a Jorge Ramos por su interpelación a López Obrador  sin advertir que el episodio confirma el  respeto presidencial  a la libertad de prensa.

La irrupción del periodista Jorge Ramos en una mañanera de López Obrador alienta un debate en mi opinión insustancial,  la confrontación de las cifras del periodista avecindado en los Estados Unidos con las del Presidente de la República  hace de la fe el único mecanismo para creerle a uno u a otro.

Nadie puede ofrecer evidencias  confirmatorias, el mecanismo de integración es absolutamente desconfiable y la posibilidad de manipulación con fines de imagen es absoluta, las cifras dependen de lo que cada gobierno de los estados reporta y ni así estamos seguros que la suma total no sea alterada por los procesadores finales.

Cada gobernador tiene la posibilidad de bajar o  elevar las cifras según su interés político,  cada responsable de Seguridad Pública lo mismo, el manejo periódico de las cifras de seguridad no sirve para influir en la percepción de la sociedad pues a ésta lo determina el acontecer en el entorno, las cifras son para ejercicios mentales de corta irradiación, la comunicación de crisis provee estrategias  variadas que nos liberarían de este absurdo.

La buena o mala percepción de un gobierno no se asocia al número de delitos sino con  la respuesta institucional a los delitos, la gente tiene el suficiente sentido común para no responsabilizar al gobernador de que maten personas, lo responsabiliza de la respuesta a esos hechos, lo que determina la mala imagen es la falta de resultados en las investigaciones y procesos, en la impunidad como desenlace.

                                              NUEVO FORMATO

La comunicación como ejercicio gubernamental es herramienta contra el crimen si el gobierno se libera de la tiranía del “qué dirán inmediato e instantáneo”, el balance siempre es al final.

Si en vez de concretarse a dar la cifra global de desaparecidos en un estado durante un determinado lapso se publica la lista de las personas desaparecidas  municipio por municipio, la gente pudiera constatar si en esa lista figura un familiar o conocido cuya desaparición le consta o dar lugar a testimonios de localización no reportada, ese simple mecanismo de verificación  le daría una función útil a la información vertida.

El reto de López Obrador es poner fin a la rutinaria negociación de la justicia que tanto practicó la PGR, son muchos los episodios delictivos que involucran a políticos que simplemente se silenciaron en la prensa y se archivaron sin mediar explicación. Si en un tiempo quitó votos tener alguna relación con narcos y secuestradores, con el tiempo se volvió un plus electoral, Pablo Escobar hizo evidente en Colombia, que la fama de narco produce votos y en México no nos quedamos atrás, la base social es automáticamente base electoral en determinadas situaciones.

Un gobierno permeado por la corrupción conduce por múltiples caminos a la inseguridad aunque no sea su propósito, eso es lo que se oculta con el distractor de las cifras.

En mi opinión, el Gobierno de López Obrador debe remitir al INEGI la responsabilidad de aportar las cifras de los delitos, sistematizarlos e informarlos en períodos lo suficientemente largos como para evaluar un comportamiento consistente.

Seguir alentando la charlatanería frívola que registra “mejora” o “empeoramiento” de la percepción como insumo del halago es mantener a la gente en la superficie del problema, el duelo de cifras entre partidarios y adversarios de la Cuarta Transformación a nada conduce y en nada ayuda a entender lo que estamos viviendo.

                                    DERECHO A SABER EN ENTREDICHO

Vivimos en el mundo del “secreto a voces”, “corre la voz que el empresario fulano  lava dinero”, “El presidente municipal se entiende con los malos” “el político fulano tiene nexos con el cártel”.

El rumor sustituye la noticia, se habla en voz baja, en un ambiente así es fácil criminalizar a la víctima y exonerar socialmente a verdaderos delincuentes,  es falso que las cifras reflejen la realidad, más bien la ocultan.

México necesita periodismo con rigor profesional que esté contra el engaño, no contra el poder.

López Obrador necesita de la verdadera  crítica para ser el gran Presidente que queremos que sea.

El mundo necesita muchos Assange para ser mejor mundo.

La vociferante oposición no lo entiende

Nos encontramos en El Recreo

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