Por: Luis Medina Lizalde

Recientemente el Presidente de la República solicitó a cada gobernador que escogiera una obra emblemática para su estado con el propósito de incluirla en el Paquete Económico 2020.

Dado que los plazos de integración de la propuesta de Presupuesto de Egresos para el próximo año establece que las solicitudes se reciben  dentro de un plazo límite que permita a la Secretaría de Hacienda valorar, jerarquizar y desechar para turnar a la Cámara de Diputados el proyecto de Presupuesto el 8 de Septiembre, disponemos de menos de 45 días para hacer llegar la petición correspondiente, no como idea, no como ante- proyecto, sino como un proyecto sustentado.

El gobernador Tello propone que la obra sea el  sistema de transporte público que cubra la distancia desde las Villas de Guadalupe hasta Ciudad Gobierno, usted dirá si es la mejor opción, lo que más nos debe importar es el riesgo de dejar ir la oportunidad de una obra estratégica, sea cual sea.

 Suponiendo que ya esté en proyecto  la obra civil, cuantificado el costo y previsto cualquier potencial conflicto de “derechos de vía”, el obstáculo procede de la división de los empresarios del  transporte que amenaza  posponer la realización de esta obra independientemente de su pertinencia, tal como ha sucedido con otras  de gran o regular envergadura como la Plaza Bicentenario, el Rastro TIF ubicado en Fresnillo y la Presa Milpillas.

LA GÉNESIS DE LA DESCONFIANZA

Existe una atmósfera social de desconfianza que facilita la oposición a cada obra pública, cuando se instaura la entrega de obra a empresas privadas hubo necesidad de justificar la asignación de cada obra, la fórmula puesta en práctica es el de los concursos más conocidos como licitaciones o por invitación restringida,  el mecanismo muy pronto se desprestigió por fungir como coartada para imponer decisiones ya tomadas, la corrupción se dispara en Zacatecas y el país al grado de superar el nivel de corrupción en la obra pública por administración directa.

Muy pronto, la disputa por contratos de obra pública rebasó el ámbito inicial y se trasladó a la contienda electoral haciendo de los constructores aportadores de dinero a partidos y candidatos, sustituyendo las legítimas razones para otorgar contratos: Costo, trayectoria empresarial, solvencia técnica, etcétera.

La conversión de modestos constructores en prósperos empresarios generó una animadversión social que nace en el propio sector y de allí se traslada a la sociedad entera, fortaleciendo la expansión  del diezmo al justificarlo como recaudación para “el proyecto”.

Se generó un temor a equivocarse a la hora de adivinar “quién es el bueno”, En las elecciones a gobernador en 2010 se escribió un capítulo que describe la situación: El candidato del PRD a suceder a Amalia García padeció el abandono de sus “aliados constructores” cuando detectaron  que sería Miguel Alonso el ganador e  hicieron el “pase de la muerte”.

Domina  el miedo a quejarse formalmente por la capacidad de represalia mostrada hasta por corruptos menores que simplemente dejan al margen a quien se atreve a denunciar.

Entre empresarios y políticos se produjo una fusión muy perjudicial para Zacatecas: empresarios se meten de políticos  y políticos se hacen socios de empresarios, lo que repercute en la asignación  y  la fiscalización de la obra pública a modo.

Vivimos una época en la que la obra pública  genera malestar social en vez de lo contrario.

La renovación del transporte público tiene más de diez años como propósito gubernamental y todavía carece del consenso que garantice  viabilidad y no pase lo que  en Milpillas y no se conoce que otra alternativa puede evitar que esto sea oportunidad perdida.

OTRO MODO DE GOBERNAR ES NECESARIO

 

El gobierno de Zacatecas es parte  del  modo de gobernar que ya caducó y que fue desalojado de la Presidencia de la República y del Congreso de la Unión en 2018, pero tiene una gran oportunidad si se suma a los cambios en vez de poner trabas, hay que desplegar iniciativas  que  permitan identificar lo que debemos conservar y lo que debemos cambiar.

Es tiempo de cambiar la escala de prioridades puesta en práctica, deshacernos de mecanismos que no cumplen su razón de ser y recuperar localmente  la capacidad de planear, ejecutar y fiscalizar eficazmente.

Tello  está leyendo mal la realidad, el desacuerdo con López Obrador y sus acciones no significa  acuerdo con el modo de gobernar que perdió las elecciones.

Los mexicanos que apoyan al Presidente y los que están en contra quieren que la corrupción desaparezca,  que las élites políticas trabajen más y ganen menos, que “zapatero a tus zapatos” y el empresario no mezcle sus negocios con los políticos y los políticos no contaminen sus decisiones con negocios.

En eso no hay marcha atrás.

 

 

Nos encontramos en el Recreo

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