“NADA HAY MÁS SIN APURO QUE UN PUEBLO HACIENDO SU HISTORIA”

         Alfredo Zitarrosa

Una vez más se confirma el dicho de que “en política no hay sorpresas, hay sorprendidos” la victoria de Andrés Manuel López Obrador era anticipada por partidarios y adversarios en México y  el extranjero.

Lo que estaba en duda era el comportamiento del régimen ante su primera derrota  como tal, pues es bien sabido que el acceso de Fox fue la consecuencia lógica del pacto entre la cúpula del PAN y Salinas De Gortari que se concretó en el domicilio de Don Manuel Sánchez Navarro, el principal ideólogo empresarial que ha existido en México, en esa ocasión se acordó que en el mismo barco irían el PRI y el PAN hasta que la ambición los separe, cosa que ocurrió en el actual proceso electoral.

 Al día “D” llegamos sin duda de la identidad del ganador  pero si con dos  incertidumbres: ¿Habrá fraude o se respetará el resultado? ¿Será violenta o pacífica la jornada?

Los antecedentes del sistema electoral suscitan justificada desconfianza  que hace del día de las votaciones el día de  “el que con leche se quema hasta el  jocoque le sopla”.  Así  lo vivimos el domingo, cuando la casilla en que me toca votar abrió con un gran retraso ante la resistencia de la mesa directiva de valerse de ciudadanos para iniciar  tal como lo establece la ley y tal como lo saben muchos ciudadanos, como se sabe, cuando tiene el control del proceso el que se perjudica con el voto masivo, se vale de muchas argucias  para desalentar a los votantes, eso ocurrió en muchas partes pero la ciudadanía, como si se hubiera puesto de acuerdo, se mantuvo en paciente espera al mismo tiempo que reclama  el tortuguismo.

Hubo muchos signos de que la élite se percató demasiado tarde de que ni juntándose Anaya y Meade  detendrían a Andrés Manuel y  que habían perdido valioso tiempo intentándolo sin lograrlo, finalmente optaron por hacer hasta lo imposible por convencer al electorado de que le dieran el voto legislativo  a los que pudieran neutralizar los cambios que anuncia AMLO y al hacerlo, sin advertirlo, consolidaron la percepción de que Andrés Manuel era inalcanzable y para colmar su aureola de ganador, el peso se estabiliza y los mercados se serenan en vísperas de las votaciones, arruinando la estrategia del miedo a lo que son muy afectos los elitistas y sus defensores de oficio.

                                VOTO MASIVO,  FRAUDE FALLIDO

                         

Algunos esperaban que la lluvia evitara votaciones copiosas, otros que las notas de violencia influyeran para alcanzar manejables niveles de abstención, sabían que con votación masiva la operación política reduce la ventaja con el puntero en unos cuantos puntos pero no lo suficiente como para derrotarlo.

Ojalá que la elección de ayer cierre el ciclo de las elecciones despenseras y en algunas partes intervenidas por la delincuencia organizada. Que nunca más se compre votos, que la limpieza del sufragio de convierta en cultura y dejemos de tener un sistema electoral carísimo por la desconfianza ganada a pulso por  los órganos electorales.

 

La ciudadanía nunca perdió la calma, hay procesos anteriores que tensaron más la cuerda, por ejemplo las  elecciones locales  de 1995 y  2010  en Zacatecas generaron más incidentes graves que los que ayer se produjeron, esto parece contradecirse con el asesinato de más de cien políticos y de 48 candidatos a diversos puestos de elección popular en diversos estados pero no es así, la violencia contra políticos es focalizada y de móviles que podemos imaginables aún   pendientes de investigar, lo que sí  es claro  es que dicha violencia no es efecto de apasionados ciudadanos empecinados en hacer ganar una candidatura, por eso el pacifismo de los electores, por eso la civilidad de la mayoría haciendo contraste con la incivilidad de pequeños aunque bien financiados grupos, los votantes tampoco compartieron las emociones intensas de  apasionados comentaristas  que como Gómez Leyva   enviaron  más mensajes con su iracundo rostro al hablar de AMLO que con sus palabras.

                                      

El temor al fraude nunca se disipó. ¿Lo dejarán llegar? preguntaban algunos evocando el  2006.

 

En los círculos duros del priísmo se creyó encontrar la fórmula mágica en las palabras “estructuras”  “movilización” “operación” y demás eufemismos con los que se alude a las peores modalidades de  manipulación de la voluntad ciudadana.

                                       HORA DE LA CONGRUENCIA

El fraude se conjuró por la decisión serena de un pueblo que asistió a las urnas  calmado y sin aspavientos.

Decidió tomarle la palabra a los que ofrecen cambio verdadero.

En vez de triunfalismos, de colgarse medallas, es hora de rechazar las actitudes de “quítate tú para ponerme yo”.

Es hora de la congruencia, de la honestidad en serio.

Nos encontramos el jueves en El Recreo.

@luismedinalizalde

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