Por: Luis Medina Lizalde

“A todo se acostumbra uno menos a no comer” dice la sabiduría popular, esta sencilla y universal verdad constituye el origen de muchas conductas, no obstante, a la hora de responder a los hechos generados por algo tan obvio tal verdad permanece soslayada, desplazada por barrocas narrativas.

El hombre occidental y cristiano en pleno uso de sus facultades mentales puede devorar restos humanos pertenecientes a sus amigos si no tiene otra alternativa para sobrevivir como quedó claro con la caída del avión en Los Andes que transportaba un grupo de deportistas, esa verdad subyace en  las migraciones masivas que cruzan mares y océanos para esparcirse en Europa, eso trajo a nuestras tierras a partir del Siglo XIX a Chinos y Árabes y la misma motivación subyace en la existencia de “otro Zacatecas” disperso en varias urbes de la Unión Americana y de nuestra propia República (De Torreón a Ciudad Juárez, de Guadalajara a Aguascalientes, de Querétaro a Ciudad de de México)

La Caravana de Centroamericanos mayoritariamente de Honduras que por cuarta ocasión en la historia emprendió el trayecto hacia el “sueño americano” de comer tres veces al día exhibió la humillante subordinación de Peña Nieto a los demenciales motivaciones electorales de Donald Trump, que enfrenta su primera prueba electoral el próximo 6 de Noviembre, basando  sus expectativas de triunfo en el rechazo de un amplio sector de los votantes a los que orillados por el hambre se instalaron en los Estados Unidos.

    LOS  “RICOS” TAMBIEN COMEN 

El enfoque dominante con el que se examina el origen de las migraciones masivas es generalmente parcial, localiza en el peregrinar de los que emprenden éxodos el acicate del hambre y hacen de tal circunstancia el núcleo moral del discurso contra la discriminación xenofóbica, racista y clasista que se manifiesta en  Europa, Estados Unidos y en los propios países expulsores, sin embargo, tal enfoque encubre que es el temor al hambre  lo que subyace en las   respuestas insensibles.

Los Zacatecanos tenemos dilatada experiencia con el tema de la migración, por eso conocemos la queja de muchos de nuestros paisanos que resienten falta de solidaridad y hasta hostilidad de muchos que habiendo llegado de “mojados” a los Estados Unidos, tuvieron  la suerte de conseguir papeles y acomodarse y en vez de reaccionar con compasión ante sus coterráneos que a veces son hasta familiares, les hacen sentir de variadas formas que no son bienvenidos, ¿Que subyace detrás?:   El temor instintivo de que “la cobija” no alcance para todos, temor idéntico al de los redactores del Programa del Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón  que en uno de sus puntos disponía algo que Trump hubiera celebrado: “Prohibir la inmigración China”.

Trump descubrió pronto que también los votantes gringos a todo se acostumbran menos a no comer y que año tras año el temor instintivo se fortaleció en la mente colectiva como secuela poco visibilizada por los fans del neoliberalismo de cierres de fuentes de empleo motivada por la disponibilidad de obra baratísima al otro lado de su frontera sur, donde élites embobadas por la ilusión  de  la vía corta al primer mundo, eliminaban toda protección a las empresas mexicanas y sacrificaban al extremo tolerable el salario de los trabajadores. Los damnificados del  “libre comercio”  no son de un solo lado.                   

Personalmente me declaro incapaz de convivir de buen grado con expresiones de racismo, clasismo y xenofobia que vemos condensadas en el trato insolente al  mesero a la hora de requerir sus servicios o a la actitud despectiva ante el vendedor ambulante, pero hasta eso tiene su “por qué”:  la existencia de migrantes en condiciones desesperadas es buen negocio aquí y allá, permite usar sus servicios pagando menos, negándoles prestaciones y llegado el momento, delatándolos a las autoridades, sucede en Texas  y en Fresnillo, tal circunstancia alimenta el temor a que no alcance la cobija.

                                      EXTRAVÍO DISCURSIVO                      

La criminal orden de usar policías contra los hambrientos hondureños es avalar  la brutalidad ejercida contra los mexicanos en Estados Unidos, los zacatecanos sabemos de eso. Los ciudadanos no podemos darle licencia a los gobernantes de que se arrodillen ante el imperio.

Zacatecas puede aportar elementos de  política migratoria que no reproduzca la cultura de la discriminación, hay experiencia social acumulada y un grupo de especialistas del tema reconocidos internacionalmente, dos migrantes tienen curul asegurada  es hora de pensar su rol aquí y allá.

Lamentablemente, se generó  una narrativa de hueca exaltación a la migración que desatiende causas y secuelas, se adula “al migrante”,  no al que lucha por su causa.

 Es como homenajear la esclavitud y no a Espartaco.

Uno a todo se acostumbra, menos a no comer

Nos encontramos en el Recreo

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