Por: Luis Medina Lizalde

No es el problema el que ocasiona el desgaste político del Gobierno de Peña Nieto, es la respuesta al problema el que tiene a los mexicanos  muy enojados. 

México ha vivido varias veces el desbordamiento de la inseguridad que en vez de desgastar al gobernante le han dado la ocasión de legitimarse.

Un caso paradigmático es el de Porfirio Díaz, que se hizo del poder cuando el país sufría los estragos de más de medio siglo de guerras intestinas y con el extranjero que habían desarticulado la capacidad de contención de un estado débil.

Porfirio Díaz tuvo la voluntad política de imponer lo que los historiadores llaman “La paz Porfiriana” poniendo en práctica la eliminación física de los delincuentes extremos con la cooptación de los cabecillas de bandas delictivas a los que se les daba la oportunidad de reinsertarse a cambio de usar sus habilidades en contra de sus ex compañeros de oficio.

Para la eficacia de esa combinación de Ley fuga con el perdón a los conversos, fue determinante el primer ciclo de crecimiento económico prolongado que vivió el país en donde la infraestructura portuaria, ferrocarrilera, más la electrificación, telefonía y conexión telegráfica coadyuvaron a generar oportunidades laborales más allá de las haciendas con sus tiendas de raya

La voluntad política de Porfirio Díaz y la falta de voluntad política del régimen actual tienen  una explicación: La delincuencia que enfrentó era cien por ciento de naturaleza popular y la minoría rica, su víctima.

Ahora es distinto, el crimen organizado no se explicaría sin nexos con el poder político y sin vinculación mediante el lavado de dinero con el mundo de los inversionistas y operadores de servicios bancarios. En otras palabras la delincuencia del porfiriato tenía en los estratos bajos a la tropa y a los mandos; ahora, de los empobrecidos sectores sociales provienen halcones y sicarios, pero los verdaderos mandos pertenecen a la élite, lo que significa, que un verdadero combate a la delincuencia contemporánea reclama empezar de “arriba” y para eso no existe voluntad política.

Información para proceder no falta, funcionarios de  los tres niveles de gobierno saben dónde y quiénes ejecutan secuestros y extorsionan, dónde se produce y como se comercializa la droga.  Los de arriba en el gobierno se entienden con los grandes jefes de los cárteles, los sectores medios con los sectores medios y los de abajo con los de abajo.

Los miembros de la élite política y económica del crimen organizado han caído por obra y gracia de los Estados Unidos principalmente, quedándose con las cuantiosas fortunas de los mismos, pero en México solo de vez en cuando cae en desgracia algún pillo de mediana importancia, pero hay regiones como la nuestra dónde solo caen los de muy abajo.

MÁS DE  DIEZ AÑOS  A SUS ANCHAS

El proceso electoral en curso en Zacatecas, presenta riesgos que deben ser prevenidos más allá de los fútiles convenios entre dependencias o de los no menos insustanciales encuentros entre dirigentes partidarios y autoridades. Conozco ya más de un caso concreto de declinación de aspirantes a gobernar sus respectivos municipios “convencidos” de que “mejor no le entren” y el caso de otro que decidió jugársela a pesar de amenazas de muerte suscritas por un conocido cartel.

En todos los casos las especulaciones de las personas intimidadas  apuntan al respectivo  presidente municipal en funciones.

La falta de voluntad política de enfrentar la delincuencia persiste desde el “efecto cucaracha” ocasionado por Felipe Calderón, algunos presidentes municipales pagan “derecho de piso” en efectivo a los cárteles, otros incluyen en las nóminas a sicarios “aviadores” también asignan contratos de obra a pedido de “malosos”.

El caso más espectacular del dominio de un cartel sobre un gobierno municipal sucedió en Fresnillo.  El cartel ordenó suspender los talleres del ayuntamiento, los vehículos oficiales se “repararon”  buen tiempo y a precio de oro en conocido taller particular, su dueño tuvo que emigrar.

¿QUÉ ESPERAN?

En el sureste zacatecano se han encontrado muchos restos humanos inservibles para las pruebas de ADN, calcinados o disueltos en ácido, a veces alguna prenda u objeto ha permitido deducir la identidad, la autoridad dispone de información suficiente para “barrer” con los remanentes que operan en la región, sabe cuales cuerpos policíacos están infiltrados hasta el tuétano pero falta voluntad política

Combatir las causas de la delincuencia y atender las consecuencias requiere de otra actitud. No nos sigan exponiendo a votar por los que los cárteles prefieren, que nadie sea retirado mediante amenazas, que nadie sea postulado si es cómplice

Simular enfrentar la delincuencia en vez de hacerlo nos ha dañado mucho

No es el problema, es su mala respuesta al problema lo que enoja.

Nos encontramos en El Recreo

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