Por: Luis Medina Lizalde

El dolor social por el ultraje y asesinato de una niña de 9 años que conmociona a los zacatecanos  no es el primero y, trágicamente, no será el último. Tello, al igual que sus antecesores, no ha tratado como prioritario el tema de la seguridad, no le otorga la atención personalizada más allá de las  poco productivas reuniones semanales, tampoco  ha programado apoyo financiero indispensable al conjunto de funciones relacionadas con la tarea primordial de garantizar la seguridad de las personas y sus bienes y el miedo a “meternos en líos”  nos paraliza.   

Las circunstancias del horrendo crimen gritan nuestra indefensión: la niña fue enviada a la tienda a unos pocas decenas de metros de su hogar, fue a las tres de la tarde, la zona tiene movimiento, pero la niña desapareció, estuvo 4 días en manos criminales hasta que su cuerpo fue abandonado, cerca de allí, presumiblemente también a la luz del día.

Patrullaje no hubo, cámaras de vigilancia tampoco ni  testigos  ¿usted creé?

Ni estado ni municipio dispone de patrullas, cámaras de vigilancia  y agentes policíacos en número suficiente.

La gente internalizó el miedo a “los malos”; es  presumible que la sustracción de  la niña fuera observada  por personas que prefieren “no meterse en líos”.

El horrendo crimen no corresponde a  delincuencia organizada, si caen  el o los autores del mismo, les espera el infierno que estos sujetos  recibe en las cárceles mexicanas de parte de  los presidiarios, la repugnancia es universal.

En esto últimos año hubo una mutación en el tipo de delincuencia que pulula en el territorio, paso de los fusiles Barret calibre 50 capaces de derribar helicópteros a pistolitas convencionales, algunas muy viejas por cierto. Las armas utilizadas por secuestradores son las de uso corriente desde hace muchos años, por eso un médico Loretense pudo hacerles frente con éxito cuando les ocasionó una baja al resistir el secuestro de que iba a ser objeto una vez más.

 

                          INCAPACIDADES CONCURRENTES

El hecho de que la mayoría de los delincuentes no sean de ligas mayores los hace más peligrosos, se mimetizan más fácilmente en la población, carecen de disciplina de auto-contención, son más propensos a  cumplir eso de que “la ocasión hace al ladrón” (La ocasión también hace al asesino y al violador, debiéramos agregar).

La mayor parte de los delitos que se cometen en Zacatecas  son de índole patrimonial, robos domiciliarios, a transeúntes, abigeato, etcétera, pero absurdamente, el impacto causado a las actuales generaciones por el crimen organizado ha hecho del mismo el escudo protector de las insuficiencias del gobierno, se presentan batallando contra los grande criminales de las series televisivas cuando los que  nos dan tantos dolores de cabeza son delincuentes son vagos de barrio, reventados de secundaria y prepa, expulsados del mercado laboral o campesinos de tierras flacas.

Cierto que hay cárteles y que se matan entre ellos, que son responsables de algunos secuestros, que cobran derecho de piso, que controlan policías y acceden a información que les permite no operar a ciegas. Estos son los que cultivan nexos con políticos, principalmente municipales.

La planeación y la ejecución del combate al crimen organizado corre a cargo del gobierno federal y es un total fracaso.

La planeación y ejecución del combate a la delincuencia común  corre a cargo del gobierno del estado y es un total fracaso.

Hay concurrencia de fracasados en la tarea de darnos seguridad.

El gobierno de Zacatecas no destina presupuesto para contar con suficientes patrullas, armamento, cámaras de vigilancia agentes en número indispensable y capacitación permanente.

Se nos ha inducido a considerar normal que con el patrimonio  público se beneficie al interés privado de poderosos a cuates, lo que gastamos en hacer plaza de toros, estadio de futbol, palacio de convenciones y demás  no lo recuperamos al rentarlos a quienes los utilizan para negocio,  por el contrario, nuestros impuestos se hacen cargo de mantenérselos al día, cuando detectaron que eran  buenos los ingresos que recibía el DIF por el estacionamiento del aeropuerto se le entrega a una empresa foránea, el día que arrojen buenas ganancias el Mesón del Jobito y Hotel Aristos  encontrarán destino similar con todo y que sea patrimonio teóricamente de los empleados públicos estatales, si eso no cambia, seguiremos sin dinero indispensable para la seguridad.

                                    TODOS DEBEMOS METERNOS EN LÍOS

El miedo de la gente es consecuencia del miedo que tiene la autoridad para “meterse en líos”, lo hemos visto en la clase política,  agentes de ministerio público, diputados, presidentes municipales y desde luego policías.

Para darnos seguridad, hay que meternos en líos todos,, empezando por las autoridades y los políticos.

Y entonces los testigos harán lo propio.

Nos encontramos el lunes en El Recreo

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