Por: Luis Medina Lizalde

No es su imagen la que debe defender el gobierno de Tello Cristerna, sino su autoridad moral  en episodios como el denunciado por la señora Inés Colunga respecto a la violación de su domicilio durante la noche en que se llevaron a un hijo, de 18 años, cuyo cadáver apareció en el municipio de Ojocaliente, cercano al municipio de Pánfilo Natera, donde sucedió el terrible episodio.

Las autoridades se lavan las manos diciendo que las víctimas no denuncian y que por eso no actúan con eficacia. Esta vez no lo podrán hacer debido a que la madre de la víctima dice con todas sus letras que antes de que la ataran y la tiraran al piso vio a cuatro policías uniformados y dos vestidos de civil, al mismo tiempo que escuchaba que otros entraban a las recámaras de su otros hijos.

Alcanzó a reconocer, según declaró a Carmen Aristegui, a “El Colombiano al que todos conocen porque frecuentemente realiza operativos en la comunidad a la que entra haciéndole daño a muchas familias”

Hace tres años sufrió un percance al caer de un helicóptero durante una demostración pública, es el mismo que hace meses, acudió al recinto del congreso local ostensiblemente armado suscitando inquietud en personal y diputados.

La reacción oficial ante denuncias de este corte es la de siempre: exculpación a priori de los cuerpos policíacos y criminalización de las víctimas, (se habla de patrullas clonadas, de que un hermano del joven sacrificado andaba en malos pasos, como si eso los eximiera de su obligación de investigar y atrapar a los fieros homicidas) al mismo tiempo que los que operan la defensa de la imagen gubernamental “en corto” califican de “alarmista” toda expresión de reclamo a la ineptitud oficial.

Personas e instituciones requieren autoridad moral como fortaleza, adquirirla y conservarla es la tarea de los padres ante los hijos, de los maestros ante los alumnos, de los partidos ante los ciudadanos, de los dirigentes ante los dirigidos y así infinitamente. Cuando se carece de autoridad moral se fracasa como padre, como maestro, como partido, como dirigente y así hasta el infinito.

La autoridad moral es la esencia de toda autoridad. En el campo de batalla los generales que cuentan con la lealtad hasta el sacrificio son los que corren riesgos, que se la juegan junto con sus soldados, que comen lo mismo que la tropa; el general que supone que la obediencia de sus hombres a sus dictados proviene del reglamento, no sabe el terreno que pisa.

LA IMAGEN, CARA Y PASAJERA

La clase gobernante no ha reparado que los grandes estadistas lo son por la autoridad moral con la que ejercieron su misión y no el dinero con el que contaron. El victorioso Benito Juárez dispuso de presupuestos tan raquíticos que no se comparan con los que a su alcance tuvo el derrotado Maximiliano. Lázaro Cárdenas ni en sueños tuvo a su disposición, en su período presidencial, el dinero que Miguel Alemán tuvo en el suyo, pero tanto Juárez como Cárdenas son reverenciados por la enorme autoridad moral con la que cumplieron su cita con la historia en duro contraste con Maximiliano y Alemán.

¿Que hubiera sido de Nelson Mandela si para aliviar el sufrimiento que le implicó 27 años de prisión y vejaciones hubiera pactado con el régimen que lo encarceló? ¿Quién lo hubiera seguido? Al optar por preservar su autoridad moral se hizo de la Presidencia de Sudáfrica y de un honroso sitio en la historia de la humanidad.

La credibilidad es un poder imposible de lograr sin autoridad moral.

Tener autoridad moral no es un contrato con la perfección, es un compromiso con la honestidad, el gobernante con autoridad moral es tan falible como todos, con la diferencia que no miente, no oculta errores y mucho menos despilfarra el dinero en el cuidado de su imagen.

INDEFENSIÓN

Tello no podrá recuperar la seguridad perdida de los zacatecanos haciendo lo que sus antecesores, con declaraciones para salir del paso.

Zacatecas es territorio de complicidades intocadas.

En el tema de la seguridad hay un peligroso vacío que deja el gobierno y llena la delincuencia.

Esta vez no hay excusa, hay imputación directa de una madre a la que ni siquiera le permitieron llorar en la tumba de su hijo, la obligaron a huir de Zacatecas bajo mortal amenaza de un encapuchado que llegó a su domicilio en “una patrulla de la policía estatal”.

¿Otra patrulla clonada?

Al desmantelamiento de nuestros cuerpos policíacos se agrega la infiltración impune, el gobierno ha tolerado que habiten la misma casa los buenos policías y los otros.

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