Por: Luis Medina Lizalde

             AUTORETRATOS EN VITRINA  

De tanto taparse unos a otros, la cultura del encubrimiento se entronizó en la política mexicana. La controversia suscitada por Andrés Manuel López Obrador de revisar los contratos del nuevo aeropuerto, desnudan en toda su realidad el arraigo de la mentalidad de “no hagan olas” “más vale un mal arreglo que un buen pleito”, tal mentalidad convierte  en retórica hueca la denuncia de corrupción, como nos consta a los zacatecanos. 

Todo gobernante que se estrena en la responsabilidad en cualquier parte del mundo, tiene la obligación de revisar lo que recibe y proceder en consecuencia, es rutina, es sentido común, pero en México es urgencia debido a que esto se deja de aplicar salvo cuando hay venganza política de por medio o presión social irresistible.

                    ALGO HUELE FÉTIDO

¿Hay razones para sospechar que algo anda mal en la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México?  Sí, hay muchas que se resumen en que la obra ya rebasó con mucho el gasto autorizado y lo construido es apenas el 3.8% de la Terminal y apenas  el 9.35% de la torre de control (Sin embargo, 13 de marzo  2018), pero si esto no basta, tómese en cuenta que el pasado 20 de Febrero la Auditoría Superior de la Federación presentó un informe de siete auditorías al Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México  SA DE CV, “responsable de construir, administrar, operar y explotar esta infraestructura” , seis de las cuales evalúan las inversiones físicas y una de de gasto y cumplimiento financiero  dónde se detectó irregularidades como “pago en exceso a los contratistas” “gastos innecesarios en comunicación social” “servicios que no se comprobaron con documentación” “formalización de convenios fuera de tiempo” “pagos por materiales de obra a precios fuera de mercado” entre otras linduras.

¿Hay razones para confiar en las versiones oficiales que reproducen los medios una y otra vez?  Bastaría mencionar la escandalosa impunidad de Odebrecht y la no menos escandalosa a prófugos que saben mucho como Cesar Duarte (el otro Duarte se sigue mordiendo un testículo para no soltar la sopa) para que la ciudadanía esté pendiente de que su próximo Presidente no se haga el disimulado y revise las entrañas de los contratos que comprometen tan gravemente finanzas y patrimonio nacional  (como los petroleros).

¿Por qué el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), habitualmente anti AMLO acepta integrar un comité de revisión con cinco propuestos de AMLO, cinco del propio CCE y cinco del Gobierno?  Porque sabe que la gigantesca corrupción sistémica es la principal objeción de los inversionistas internacionales y que es altamente probable que pronto se destapen cloacas en lo referente al nuevo Aeropuerto como probablemente hubiera sucedido en el tren rápido México – Querétaro a no ser por la misteriosa cancelación al momento en que se supo de la “casita” blanca de la pareja presidencial.          

¿El tema del aeropuerto es de exclusivo interés empresarial o es de interés de todos los ciudadanos? Con el impacto ambiental consecuente es suficiente para acreditar el tema como de interés general,  es decir, ciudadano, pero con la decisión de hacer el Aeropuerto en el Lago de Texcoco que registra hundimiento gradual anual es suficiente para preguntarnos si se escogió bien el lugar o se dejaron llevar por la prisa de los jugosos negociazos, aunado a lo anterior apenas trasciende que ocho de cada diez pesos de los que se invertirán en el proyecto proceden de las Afores, es decir del ahorro de quienes han trabajado toda una vida para acceder a un retiro decoroso, dicha noticia aparece cuando no nos reponemos de la indignación por el uso de los fondos de Pensionissste para tratar de evitar la quiebra del consorcio constructor ICA.

   CADA QUIEN SE PINTÓ SOLO                 

¿Es consecuente con la prédica anti corrupción oponerse a la revisión de contratos de gran  envergadura en el contexto mexicano?

Definitivamente tres candidatos presidenciales no pasan la prueba de los hechos a la luz de su posición a ese respecto: Anaya, que dice que encarcelará a Peña Nieto, sale en defensa de que nadie se meta a escudriñar la realidad en la que pudiera encontrar motivos fundados para cumplir su promesa de encarcelar a su ex aliado (al menos que sea por no aprobar el alcoholímetro).

Margarita  y Meade no tienen más remedio que decir “no me toquen ese vals”, uno por venir de donde viene, ella por las culpas del marido y su “Estela de Luz”.

AMLO deja muy claro que cuando dice que no habrá  persecución política no quiere decir con eso que será el tradicional “pasalón” sin compromiso  real  contra la impunidad.

¿Nos encontramos el jueves? En #ElRecreo

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