Por: Eva Gaytán

Yo una vez estuve embarazada. ¡Claro! De no ser así cómo se explicarían que tengo a la Angelilla ¿Verdá? Bueno, podría tenerla por otras razones, pero no, muchas veces la más sencilla es la correcta: Yo una vez estuve embarazada.

Mi embarazo no fue tan lindo como muchas cuentan que fue el suyo, es más, fue más bien algo triste por eso es que cuando veo mujeres embarazadas y sé que han buscado esa condición me da harto gusto y cuando les tengo confianza hasta le agarro la panza a ver si es “panza normal” o no normal.

Tengo una amiga. No hace mucho que la conozco, pero sí la quiero a la wey y desde el primer día que hablé con ella una de las constantes en su plática ha sido el deseo de tener otro hijo que por cuestiones médicas no había logrado. Luego de un tiempo ¡PUM! Ya estuvo.

Es de suponer que por el deseo latente ha estado al pendiente del cuidado del chamaco y ante cualquier señal de alarma acude al médico. OJO dije señal de alarma, no significa que tiene nausea y va al doctor, lo que significa es que si tiene un dolor atípico va al doctor. Y aquí comienza el pedo. ¿Están listos?

¡El embarazo duele!

Ante un dolor repentino y madrugador, mi amiga fue a Urgencias del Seguro Social en Zacatecas. Esperó su turno y luego fue pasada al área especializada donde permaneció acostada esperando a que la doctora acudiera a revisarla. Mientras esperaba escuchó una historia sumamente interesante: las enfermeras felicitaban a la doctora por ser “quien organiza las mejores fiestas” y escuchó el recuento de la juerga; no sabemos de cuándo fue, pero al menos sabemos que ella organiza las mejores fiestas del IMSS.

Mi amiga, asustada y desesperada llamó por teléfono y en voz alta refirió al interlocutor (osea al vato con el que hablaba (su morro que la esperaba afuera)) lo que acababa de escuchar añadiendo un: “No sé cuánto tarde en revisarme, pero espero que la fiesta no haya sido una orgía sino ya valió madres, se van a tardar”.

Estaba colgando cuando la organizadora de eventos corrió la cortina donde ella esperaba. Obviamente molesta le preguntó qué tenía y mi amiga le dijo “Tengo dolor desde hace unas horas”

“¡El embarazo duele!” le gritó la doctora y le dijo que el médico que la trata como ginecólogo "habitual" era un exagerado al recomendarle que ante cualquier señal de alarma acudiera al área de urgencias.

Fue enviada a su casa sin recomendación ni explicación alguna de lo que ocurría. Más tarde buscó a su médico y afortunadamente no había nada grave. Ella sigue embarazada y soñando con tener a su niña… No le digan que les conté pero va a ser niña.

¿El embarazo duele?

¡Claro que el embarazo duele! Duele porque en cada institución médica hay personas que no comprenden que la violencia obstétrica es un realidad por la que atraviesan miles de mujeres en distintos modos.

Duele cuando hay doctores, doctoras y personal de apoyo que no saben hablar, atender y cuidar a una mujer que se vuelve vulnerable cuando siente miedo.

Duele cuando en lugar de ser atendida eres agredida por la sociedad en muchos casos, por la familia, por la pareja o por las instituciones.

Claro que el embarazo duele, pero duele más saber que la sororidad no existe, que hay sectores en los que la misma sorella es la que te agrede.

Somos muchas las que estamos en favor del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y que sea ella quien decide tener o no hijos, pero duele saber que una mujer será juzgada por desear abortar y esa será la misma suerte que corra una mujer que decide tener un hijo y exigir conforme a su derecho que se le cuide, trate y respalde en una institución que tiene la obligación de brindarle atención médica.

A eso hay que sumarle que mi amiga es una mujer adulta, profesionista, laboralmente activa, capaz financieramente y fue tratada como inferior. ¿Sabemos el trato que recibe una adolescente? El juicio al que es sometida desde que se sabe su edad es la primera fase del maltrato que podría llegar a recibir.

¡Chales!

 De verdad me quedo pensando: En un hospital violentan a la mujer, la lucha en contra de la violencia hacia las morras es interminable, es como intentar cortar la cabeza a la hidra.