Selene Lamas
Apenas conciliaba el sueño cuando sintió que un caudal de agua remojaba su improvisada "cama" en el piso de la casa de interés social en Villas de Guadalupe.
De un salto se puso de pie y al encender la luz se dio cuenta de que el área donde dormía era de las menos afectadas, pues la cocina, el comedor y el baño estaban completamente inundados.
Rayaban las 2 de la mañana y afuera seguía lloviendo. Era inútil empezar a sacar el agua mientras no cesara de llover y las calles repletas de agua no comenzaran a vaciarse.
Con zozobra esperó al amanecer solo para darse cuenta de que la afectación de sus muebles no era su único problema, sino que la presión del agua agolpada tras la barda que lo separa del terreno baldío a espaldas de su casa, se había fracturado afectando el techo del baño.
Pero tampoco ahí terminaban sus desventuras; la fractura provocó el derribo de su tinaco y la ruptura de las tuberías.
En solo unas horas, el saldo era mucho más que una inundación; conllevaba la inutilizacion de sus muebles, la pérdida temporal del servicio de agua, el daño en tuberías tuberías, y la afectación en la estructura de su casa.
La causa de la catástrofe no fue un fenómeno natural; no se debe a que San Isidro dejara las "llaves abiertas", o a las fuerzas incontrolables de Tlaloc (según las creencias de cada quien), no.
Fue la corrupción de las autoridades que otorgan los permisos de construcción, la avaricia de las constructoras y en última instancia el egoísmo indiferente al bien colectivo.
Hace tiempo que los vecinos denunciaron el baldío que sirvió de presa al agua que inundó las viviendas. Cerca de tres años atrás acudieron al lugar representantes del ayuntamiento, de la Secretaría de Desarrollo Urbano Vivienda y Ordenamiento Territorial (SEDUVOT) y de la Subsecretaría de Prevención del Delito del gobierno del estado.
El Municipio nunca respondió la solicitud respecto a la propiedad y la planificación urbana del lugar. La Seduvot mandó a la entonces subsecretaria y ahora secretaria, Guadalupe Marchan a informar que Villas de Guadalupe tenía muchos problemas de planeación y la subsecretaría de prevención del Delito sólo llamó a la cohesión social.
El logró mayor de las tres instancias fue enviar a sus representantes un sábado por la mañana a realizar una jornada de limpieza de lo cual realizaron un vídeo en cuya difusión sí pusieron esmero.
La inmobiliaria que vendió las viviendas prometió a muchos que el fraccionamiento sería una privada, por lo que la rabia de sentirse engañados se adiciona a la que produce lidiar con la vecindad de un terreno sin certidumbre legal o de propiedad, cuyas viviendas en obra negra sirven de almacén para resguardar lo robado en los hurtos que llegan por oleadas.
Para cerrar el círculo de malas jugadas, hace año y medio una de las tres habitantes de las viviendas construidas en el terreno irregular, arbitrariamente y sin respaldo legal hizo cerrar los accesos el área, supuestamente para evitar que se llene de escombro y basura.
El vacío que dejaron las autoridades terminó por llenarlo ella, una habitante de lo incierto que por su gusto cerró los accesos y con ello bloqueó el cauce natural del agua, provocando la anegacion del terreno que buscó su salida a través de las viviendas.
Nadie, ni ella, ni las autoridades ayudaron a los afectados a sacar sus muebles cuyo destino probable es la basura; no barrieron el agua ni sacaron el lodo.
El gobierno municipal dejó para mejor día su aparición en la zona, ella cuando menos fue, aunque solo para amenazar a los inundados por intentar hacer una zanja que les permita dormir hoy sino tranquilos, cuando menos secos.